lunes, 23 de noviembre de 2015

Los huesos secos

Eze 37:1-12 TLA
(1)  El poder de Dios vino sobre mí, y su espíritu me llevó a un valle que estaba lleno de huesos.
(2)  Me hizo recorrer el valle de un lado a otro, y pude ver que allí había muchísimos huesos, y que todos estaban completamente secos.
(3)  Entonces Dios me dijo: —Ezequiel, hombre mortal, ¿crees que estos huesos puedan volver a la vida? Yo le respondí: —Dios mío, sólo tú lo sabes.
(4)  Dios me dio entonces esta orden: —Diles de mi parte a estos huesos que presten atención a este mensaje: “¡Huesos secos, yo voy a soplar en ustedes, para que reciban el aliento de vida y revivan!
(6)  Voy a ponerles tendones, y a recubrirlos de carne y piel. Voy a darles aliento de vida, para que revivan. Así reconocerán que yo soy el Dios de Israel”.
(7)  Yo les dije a los huesos lo que Dios me había ordenado decir. Y mientras hablaba de parte de Dios, escuché un ruido muy fuerte. Eran los huesos, que se estaban juntando los unos con los otros.
(8)  Pude ver cómo les salían tendones, y les crecía carne y se recubrían de piel. Sin embargo, seguían sin vida.
(9)  Entonces Dios me dijo: —Llama al aliento de vida. Dile que yo le ordeno que venga de los cuatro puntos cardinales, y que les dé vida a estos huesos muertos.
(10)  Yo le repetí al aliento de vida lo que Dios me ordenó decirle, y el aliento de vida entró en los huesos. Entonces los huesos revivieron y se pusieron de pie. ¡Eran tantos que parecían un ejército!
(11)  Dios me dijo entonces: —Ezequiel, estos huesos representan a los israelitas. Ellos se andan quejando, y dicen: “No hay remedio; estamos perdidos. ¡Somos unos huesos secos!”
(12)  Pero tú vas a hablar con ellos, y vas a darles de mi parte este mensaje: “Israelitas, ustedes creen que están muertos, pero yo soy su Dios. Yo abriré las tumbas donde creen estar enterrados, y los sacaré de allí. Soplaré sobre ustedes para darles mi aliento de vida, y los haré volver a la tierra de Israel. Cuando yo haga esto, ustedes volverán a vivir y reconocerán que yo soy su Dios. Yo, el Dios de Israel, lo he dicho y lo cumpliré”.

El origen de la santeria



Todo comenzó en Canaán, cuando las lluvias terminaron de caer, las aguas del diluvio bajaron y el arca de Noé reposó en el monte de Ararat, en la región de Armenia (Génesis 8:4). Del arca de Noé salieron ocho personas: Noé, su esposa, sus tres hijos y sus tres mujeres.

En aquellos tiempos las personas eran nombradas o llamadas en relación a las circunstancias que rodeaban su nacimiento o las diferentes características en la manera en que la persona se desplazaba por la vida.

a) Noé, significa: Descanso, tranquilidad.
b) Esposa de Noé.

c) Sem, significa: Renombrado. Este fue renombrado por su padre Noé. Sem tuvo cinco hijos, los cuales emigraron y ocuparon las siguientes tierras. (Elam ocupó Persia, Asur ocupó Asiria, Arfaxad ocupó Babilonia Caldea, Lud ocupó Lidios Asia Menor, Aran ocupó Siria-Líbano).

d) Jafet, significa: Engrandecido (los gentiles). Jafet tuvo siete hijos los cuales formaron las naciones de Europa (según las Escrituras). De estas se formaron, las costas, cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus naciones (Génesis 10:5).

e) Cam, significa: Moreno, tostado. Hijos de Cam-Cus, significa Negro, en hebreo. Sus hijos fueron: Fut, Mizraim y Canaán. Estos hijos de Cam junto a Nimrod, hijo de Cus, quien fuera el primer poderoso en la tierra, ocuparon Canaán, Egipto, Arabia y las costas de África, entre otras.


f) Las tres esposas de los hijos de Noé.

Todos ellos cumpliendo el pacto hecho con Dios, fructificaron, se multiplicaron y llenaron la tierra.

Conozca el origen de la idolatría

Los moradores de Canaán e hijos de Cam comenzaron su adoración al dios Sol, esto hacía que los cananeos ofrecieran sacrificios humanos, sobre todo, de niños y niñas que eran quemados vivos. «No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses» (Deuteronomio 12:3).

Noé, por una falta de respeto de Cam, dijo:«Maldito sea Canan, siervo de siervos será a sus hermanos»; y dijo más, «bendito por Jehová sea Sem y sea Canaán su siervo».

Los esclavos llevados a la América son los descendientes de Cam que emigraron y se establecieron en África sin los cuales no hubiera sido posible que la hechicería, la idolatría y el ocultismo se establecieran en la región africana; la santería, religión que hasta ahora sigue adorando los mismos dioses, los mismos ídolos dando sacrificios con sangre de animales.

Conozca los ídolos: Un sol, una luna, un timón de barco, una muñeca de plomo, dos remos, una llave, manillas, un ancla.

«¿Qué digo pues? Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican y no a Dios; y no quiero que vosotros seáis participes con los demonios. NO podéis beber en la copa del Señor y en la copa de los demonios; no podéis participar en la mesa del Señor y en la mesa de los demonios. O provocaremos a celos al Señor? Somos más fuertes que él» (1ª Corintios 10:19-21). Todas estas figuras son colocadas en un recipiente llamada sopera o tinaja y fabrican un ídolo Yemaya. Todos estos ídolos están prohibidos por Dios pues adoran espíritus de demonios.«No haréis para vosotros ídolos, ni escultura, ni os levantareis estatuas, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros a ellas porque yo soy Jehová vuestro Dios» (Levítico 26:1).


Los santeros ignoran que Dios ha establecido leyes espirituales que están escritas y vigentes en estos tiempos, y que cuando la persona, cualquiera que sea, viola estas leyes los espíritus de demonios pueden entrar en sus cuerpos y enfermarlos. La persona buscando alivio a su dolencia o padecimiento acude a los médicos pero no encuentran solución porque la enfermedad es proporcionada por un espíritu demoníaco, quien los conduce a las consultas espiritistas y santeras donde hace pactos con el diablo sin saberlo por salud, dinero o amores.

La santería ignora que trabajan para Satanás y sus demonios comprando las almas de los iniciados y los que se consultan.

El origen de la santería

El diablo no creó nada en el mundo, por lo tanto usa lo que Dios creó para distorsionarlo y crear un ídolo para que lo adoren a él encubiertamente, por eso usó a Nimrod que fue el primer poderoso sobre la tierra. Y lo puso como un ídolo llamado Oggun.

Este Nimrod hijo de Cus llegó a ser primer poderoso en la tierra y su primer reinado fue Babel. Nimrod, rebelde, cazador; usaba machete, flechas y se hizo de un yunque y herramientas con las cuales creó siete ciudades. A su muerte fue proclamado como el dios-Solar que era el mismo Baal cananeo.

Ralph cuenta en su libro Babilonia Misterio Religioso que el cuerpo de Nimrod fue partido en pedazos y esparcido por toda la región; de manera que sus huesos fueron utilizados como reliquia para adoración e idolatría.

Esto es cierto, pues en estos tiempos está comprobado que los ídolos que son adorados hoy en día por la santería imitan los mismos procedimientos de idolatría que en aquellos tiempos babilónicos.

Los cuales están condenados por el único y verdadero Dios, Jehová de los ejércitos, que envió a su Hijo Jesús a morir por nosotros para que fuésemos libre de los espíritus de demonios y darles vida eterna a los que se arrepientan de sus pecados y le reciben como su único Señor y Salvador.

Los demonios encubiertamente controlan y esclavizan a los idólatras, conduciéndolos a la perdición eterna, si la muerte física los sorprendiere en esas creencias.

Esto es un ejemplo de la adoración de demonios por medio de reliquias que son utilizadas en la religión santera y la palera. Lo que sacrifican a los demonios los sacrifican y no a Dios (1ª Corintios 10:19-22).

«Jehová te llevará a ti, y al rey que hubieres puesto sobre ti, a nación que no conociste ni tu ni tus padres; y allá servirás dioses ajenos, al palo y a la piedra» (Deuteronomio 28:36). Todas estas adoraciones que hoy se hacen en la santería tuvieron su lugar de origen en Canaán, tierra de la idolatría babilónica mucho antes de que emigraran a África los descendientes de Cus.

Los niños y la Santería

Origen de un ídolo que es colocado detrás de las puertas.

Les decía antes que Satanás no ha podido crear nada en este mundo, si no que usa la Palabra de Dios para distorsionarla y hacer daño; este es el caso de lo que ocurre en el libro de Isaías (Isaías 57:3-8).

La historia cuenta lo que ha ocurrido antes, cómo los idólatras y hechiceros sacrificaban a sus niños a los ídolos de piedra y luego las ponían detrás de las puertas de sus casas; y al igual que hoy, el sacrificio a los ídolos trae sobre la población violencia, muerte, guerras y destrucción por medio de espíritus de demonios (Deuteronomio 18:9-14).

Todos estos secretos que les escribo hoy, lo hago por amor a muchas personas que por ignorancia son llevados a las consultas y prácticas con los espíritus que comandan la religión Yoruba, y de esta manera dan dinero a los que trabajan con los ídolos, y es la manera como Satanás compra las almas de las personas que acuden buscando ayuda en la santería, palería, espiritismo y demás ramificaciones del ocultismo.

Debo destacar que los santeros y todos los que trabajan las religiones también son víctimas del engaño satánico, porque hay un solo nombre dado a los hombres para ser salvos: Jesús.


Continuará…


Orlando Oviedo
Pastor, conferencista y escritor
pastoroviedo97@yahoo.com



Este articulo fué tomado de verdad y vida.

Una verdad muy grande

No haréis para vosotros ídolos, ni escultura, ni os levantaréis estatua, ni pondréis en vuestra tierra imagen de piedra para inclinaros a ella; porque yo soy Jehová vuestro Dios.
Levítico 26.1
Santa Biblia.

Enviado desde mi Windows Phone

Palabra para hoy

Antes, como está escrito: Ojo no ha visto, ni oído ha escuchado, ni han subido en corazón de hombre, las cosas que Dios ha preparado para los que le aman.
1 Corintios 2.9
Santa Biblia.

Edinson nk

jueves, 19 de noviembre de 2015

¿Nació Jesús un 25 de diciembre?

La verdad sobre el nacimiento de JESÚS              

Navidad es una de las fiestas más celebradas, sin embargo, pocos conocen el motivo de la fecha. Sabemos que celebra el nacimiento de Cristo, pero realmente, ¿nació Jesús un 25 de diciembre? Veamos lo que la Biblia y la historia afirman.
Mateo ubica el nacimiento de Jesús en los días del rey Herodes, llamado el Grande (Mt. 2:1). Esto indica, como fecha tope del nacimiento de Jesús, la muerte de ese monarca impío.
Pero hay otro hecho importante, y es que cuando Herodes ordenó masacrar a los niños varones de Belén y los alrededores, fijó una fecha con la cual se aseguraba la muerte del Mesías «...dos años de edad para abajo...» (Mt. 2:16-18), lo que indica que Jesús debió nacer uno o dos años antes de ese decreto.
Si a eso le añadimos la huida y estancia de José y María en Egipto (Mt 2:13-15), y el tiempo transcurrido hasta la muerte de Herodes, podemos asegurar que el nacimiento se produjo entre 2 y 3 años antes de que muriera Herodes.
Herodes el Grande nació hacia el año 73 a.C. En el 40 a.C., viajó a Roma donde lo nombraron rey de Judea. El historiador judío Flavio Josefo dice que: «recibió el reino, en la olimpiada 184...». La olimpiada 185 ocurrió en la segunda mitad del año 40 a.C., lo que sitúa el final de la anterior, la 184, en el primer semestre de ese año, y, por ende, la fecha de coronación de Herodes entre enero y junio del 40 a.C.
En cuanto a la muerte de Herodes, Josefo nos informa que: «... murió al quinto día de haber hecho matar a Antípater. Su reino duró... treinta y siete años». Además, afirma que unos meses antes de su muerte hubo un eclipse lunar y un poco más adelante, sitúa la muerte de Herodes, poco antes de la Pascua. Ahora bien, contando con que Herodes reinó 37 años, se deduce que murió en el año 4 a.C., antes de la Pascua; es decir, entre marzo y abril. Con ello concuerda la fecha de un eclipse lunar que se produjo el 15 de septiembre del año 5 a.C. y que coincidía perfectamente con el dato de Josefo.
Debemos concluir que Herodes el Grande murió entre marzo y abril del año 4 a.C., y por tanto, Jesús debió nacer entre los años 6 y 7 antes de esta era (con un mínimo de dos años y un máximo de tres).
Por otro lado, el evangelista Lucas nos dice que Jesús nació cuando un gobernador romano llamado Cirenio celebraba un «primer censo» (Lc. 2:1-7). Si podemos fijar la fecha posible de ese censo y del personaje, tendremos una aproximación bastante cercana al año en que nació Jesús. Veamos en primer lugar quién era Cirenio. Este nombre es la traducción griega del latín Quirino. El nombre completo de este oficial romano era Publius Sulpicius Quirinius.
Hasta hace poco, este pasaje era un escollo aparentemente insalvable en la cronología bíblica. La razón: La frase de Lucas que decía que Cirenio era gobernador de Siria (Lc. 2:2), ya que según los datos de los historiadores romanos Cirenio fue procurador en Siria entre los años 6 y 9 d.C. Además, hubo tres procuradores durante los años anteriores y posteriores al nacimiento de Jesús: SentiusSaturninus (9 a.C.-6 a.C.); Quintilius Varus (6 a.C.-4 a.C.), y Sulpicius Quirinius, el Cirenio de Lucas (6 a.C.- 9 d.C.).
Algunos historiadores concluyeron que Lucas cometió un error, quizás confundiendo a «Quirinius» con «Quintilius», el nombre del procurador (Quintilius Varus), que según todos los datos gobernaba Siria durante el nacimiento de Cristo.
Al fin, un descubrimiento arqueológico le dio la razón a Lucas, pues se desenterró una losa romana cuya inscripción decía que Cirenio sirvió dos veces en Siria. La primera, como militar, cuando Varus era el procurador para asuntos civiles; y la segunda, entre los años 6 y 9 d.C., como procurador. Además, el propio Lucas nos da un dato revelador para este ajuste de fechas al indicarnos que el de Cirenio fue su «primer censo» cuando era gobernador, ya que luego nos hablará del segundo, cuando Cirenio fue procurador (Hch 5:37). La descripción que Flavio Josefo nos da de Cirenio, al que llama Quirino, corrobora lo que dijimos de este militar: «y Quirino, un senador... llegó a Siria... para administrar justicia... y hacer el censo de los bienes...».
Todo lo expuesto nos autoriza a afirmar que Jesús nació durante el censo de Judea mientras Cirenio o Quirinius era gobernador militar; y que ese censo se realizó bajo el procurador Varus, que gobernó entre los años 6 y 4 a.C. Mediante esos datos puede fijarse, con certeza, el nacimiento de Jesús en el año 6 a.C.
Tenemos un tercer punto para determinar el año del nacimiento de Jesús, en un texto del Evangelio de Juan que dice: «Durante 46 años se construyó este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días? Pero él hablaba del templo de su cuerpo...» (Jn2:20-21). Herodes el Grande reconstruyó ciudades enteras y para ganarse a la clase sacerdotal y al pueblo, decidió reconstruir el templo. La obra que empezó en el año 19 a.C. y terminó en el 62 d.C., requirió 81 años. Herodes no pudo verla concluida.
No obstante, en el tiempo de Jesús, el templo era un modelo de arquitectura. Si a esos 46 años de la construcción del templo, según Juan, les restamos el año en que comenzó la obra, 19 a.C., tendremos que el episodio del templo y la expulsión de los mercaderes, debió ocurrir en el 27 d.C.; es decir, el año de la muerte de Jesús, ya que aunque Juan no indica cuándo se produce este acontecimiento, los tres sinópticos lo datan poco antes de la entrada triunfal a Jerusalén (Mt 21:1-13; Mr ll:l-19; Lc19:28-48). Si el año del deceso de Jesús fue el 27 d.C., podremos -con una simple operación matemática- reiterar que nació en el año 6 a.C. Entonces, ¿cómo es posible que con esos datos el calendario cristiano esté equivocado en 6 años de más?
El error cronológico acerca del nacimiento de Cristo lo cometió un monje de origen escita llamado Dionisio «el Exiguo». El papa Juan I (523-526 d.C.) le encargó un cómputo de la fecha de la Pascua (conocido también como Canon Pascual), a fin de fechar el nacimiento de Cristo. Dionisio «el Exiguo», tras realizar múltiples cálculos, indicó que la fecha correspondía al 25 de diciembre del año 753 de la fundación de Roma (a partir de la cual se estableció el calendario romano), pero no hizo coincidir el primer año de la era cristiana con el 25 de diciembre, sino que lo pasó al 1 de enero del año 754 de la fundación de Roma, de manera que el año primero después de Cristo no es tampoco el del nacimiento de Jesús, sino el siguiente al acontecimiento.
Hoy sabemos que el monje, basado en el calendario juliano, se equivocó, y que la fecha del nacimiento de Jesús debió fijarse entre los años 747 y 748 de la fundación de Roma, que coincidían con los años 6 y 7 antes de Cristo, según el cómputo actual. El gran problema se produjo cuando en el año 644 el calendario de Dionisio el Exiguo se oficializó para la cristiandad.
Ahora, después de descubrir que Jesús nació en el año 6 antes de esta era, dos hechos demuestran que Jesús no nació en diciembre: el nacimiento de Juan el Bautista y la anunciación a los pastores.
Primero: Según Lucas 1:26, María concibió a Jesús en el sexto mes del embarazo de Elizabet. Por tanto, Juan el Bautista era seis meses mayor que Jesús. Si descubrimos la fecha del nacimiento del primero, conseguiremos la de Jesús (Lc. 1:1-25).
• El padre de Juan el Bautista, Zacarías, era sacerdote (v. 5), y pertenecía «a la clase de Abías».
• «Abías» era el octavo de los 24 turnos del sacerdocio (1 Cr 24:7-10)
• Los turnos empezaban el 1 de Nisán, primer mes judío (1 Cr 27:2)
•                                                                                                                          Calendario Hebreo
Nisán oscila entre el 15 de marzo y el 13 de abril
• Cada turno duraba una semana, según 2 Crónicas 23:8 y la cita de Flavio Josefo en sus Antigüedades de los Judíos (XI, J:8)
• Si al 15 de marzo le sumamos las ocho semanas del turno de Abías, llegamos al 11 de mayo o al 9 de junio (dependiendo de la fecha de la Pascua)
• Al cumplir su turno, Zacarías volvió a su casa, y Elizabet quedó embarazada (Lc1:23-24)
• La fecha del embarazo de Elizabet oscilaría entre el 11 de mayo y el 8 de junio 
• Si María concibió cuando Elizabet estaba en el sexto mes de embarazo (Lc 1:26), la primera debió concebir del Espíritu Santo entre el 11 de noviembre y el 8 de diciembre de ese mismo año
• Si a eso le sumamos los nueve meses de una gestación normal, tenemos que Juan el Bautista nació entre el 11 de febrero y el 9 de marzo, y Jesús entre el 11 de septiembre y el 9 de octubre.
Segundo: Si nos remitimos a los pastores, que según Lucas, reunían los rebaños al aire libre durante la noche (Lc 2:8), cuando se les aparecieron los ángeles para anunciarles el nacimiento de Jesús. Henri Daniel-Rops, en el libro La vida en los tiempos de Jesús’, registra lo siguiente (cito): «Los rebaños pasaban la mayor parte del año al aire libre; los sacaban la semana antes de la Pascua (marzo-abril), y no regresaban hasta mediados de noviembre, al tiempo de las primeras lluvias de Hesván (octubre-noviembre). Invernaban bajo cubierta; por lo que no es probable que la fecha tradicional de la Navidad, en el invierno, sea correcta, dado que el evangelio dice que los pastores estaban en los campos».
Por otra parte, el clima de Israel indica que a partir de mediados de octubre, era imposible que los rebaños estuvieran al aire libre. ¿Qué nos indica todo eso? Que evidentemente Jesús no nació un 25 de diciembre de hace 2003 años. Entonces, ¿a qué se debe la fecha del 25 de diciembre? Al rastrear esa fecha, en la historia de la Iglesia primitiva, uno descubre que hasta el siglo IV no se consideraba una celebración cristiana. Tertuliano e Ireneo, cuando registraron las fiestas cristianas, no la incluyeron.
Por otra parte, en 389 d.C., el emperador Valentiniano decretó festivos todos los domingos y la Semana Santa (Pascua), pero no mencionó el 25 de diciembre.
Tampoco aparece en la lista de Teodosio (438 d.C), ni en la de Alarico (506 d.C), pero sí está en el Código Justiniano (534 d.C). El primer dato que se registró acerca del 25 de diciembre como Navidad, está en el Comentario sobre Daniel, de Hipólito de Roma, y ese escrito -si no es una interpolación posterior, como algunos creen-, pertenece al año 202. Sin embargo, fue en el pontificado del papa Liberio (352-366 d.C.), que se reconoció por primera vez en Roma -y después en todo el mundo cristiano-, como la fecha del nacimiento de Cristo, aunque antes -en Egipto, Asia Menor y Antioquía-, la celebraban el 6 de enero. Es significativo que fuera un romano el que incluyera el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesús, porque ese era un día muy importante para los romanos. Ellos celebraban el día del «Sol Invicto», para clausurar la Saturnalia, entre el 17 y el 24 de diciembre. Según parece, un predicador del siglo V hizo la comparación entre el Sol Invicto y Cristo -que es el Sol de Justicia-, y a partir de ahí la sustitución de la fiesta pagana por la cristiana fue solo cuestión de tiempo.
La Saturnalia era una fiesta pagana, consagrada al dios Saturno, en la que comían y bebían en exceso, y se hacían regalos. Esta situación, condenada por los cristianos de la época, fue aprovechada por la Iglesia Católica para sustituirla por la Navidad y convertir el día del Sol Invicto, en el del nacimiento de Cristo, aunque este, como vimos, fue entre septiembre y octubre.
Saber que Jesús no nació un 25 de diciembre, y que algunas costumbres navideñas son de origen pagano, es suficiente para que algunos cristianos dejen de celebrar estas fiestas o se opongan a ellas. Sin embargo, un evento tan importante como el nacimiento de Jesús (Dios hecho carne), debe darse a conocer tanto como la fecha de Su muerte o el día de Pentecostés.
Es cierto que Jesús no nació un 25 de diciembre y que toda la festividad actual gira en torno al dios del derroche y el desenfreno, es propicio que cada cristiano genuino aproveche la oportunidad para dar a conocer al verdadero Jesucristo, el de la Biblia, no el de la tradición navideña pagana de hoy.




El nacimiento de Jesús fue profetizado desde que Adán y Eva pecaron (Génesis 3:15), prometiendo que vendría alguien que como simiente de la mujer heriría en la cabeza a la serpiente.
En Isaías 7:14-15 el profeta Isaías habla a Israel diciéndole que... «Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel. Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno».
En Isaías 9:6, dice: «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz». Los evangelios narran el anunciado nacimiento de Jesús.
El 25 de diciembre es el día señalado en el calendario nuestro como el día del nacimiento de Cristo. Pero... ¿Realmente nació Jesucristo en esa fecha? ¿Son las costumbres de ésta temporada de origen cristiano, o son las navidades el resultado de otra mezcla entre el paganismo y el cristianismo?
Cómo han de ver, el 25 de diciembre no es la fecha en que Cristo nació. Es evidente que nuestro Salvador no nació durante el invierno, pues cuando Él nació, los pastores velaban sus rebaños en el campo. «Había pastores en aquella región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño» (Lucas 2:8).
Como es sabido, los pastores en Palestina no hacen esto durante el invierno. Siempre traen sus rebaños de las montañas a los rediles antes del 15 de octubre.
¿Dicen las Escrituras en que época del año nació Cristo? ¡Sí! Las Escrituras indican que nació en el otoño. El ministerio de nuestro Señor en la tierra duró tres años aproximadamente. Su muerte ocurrió al final en la Pascua (Juan 18:39), lo cual era en la primavera.
Así que tres años aproximadamente antes del comienzo de su ministerio terrenal, marcan el principio de su ministerio en el otoño. Ahora bien, al comenzar Jesús su ministerio, tenía 30 años (Lucas 3:23). Esta era la edad aceptable para que un sacerdote pudiera empezar su ministerio, según el Antiguo Testamento. (Números 4:3).
De manera que como Cristo comenzó su ministerio a la edad de 30 años y esto era en otoño, 30 años atrás marcaría su nacimiento en dicha estación del año y no en el invierno. Aunque las Escrituras no indican la fecha exacta del nacimiento de Jesús.
Hay medios para averiguar la fecha aproximada del nacimiento de Juan el Bautista, hijo de Zacarías y Elizabet, y como Juan nació 6 meses antes de Cristo, al comparar ambas fechas podemos darnos cuenta de la fecha aproximada en que nació Jesús. Zacarías el padre de Juan, era sacerdote en el templo de Jerusalén. En aquella época cada sacerdote tenía un tiempo definido del año en que servía en el templo.
Había 24 divisiones o cursos de servicio durante el año. Los nombres de estos cursos son dados en 1 Crónicas 24:7-19. De acuerdo con Josefo, escritor judío, en su libro (Antigüedades de los Judíos, volumen 7, página 7,14), cada uno de aquellos cursos duraba una semana, la primera semana comenzaba en el primer mes, Nisán (Ester 3:7), al principio de la primavera.
Después de 6 meses, ese orden de cursos o divisiones era repetido para que cada sacerdote pudiera servir dos veces al año durante una semana.
Entonces tres semanas del año todos los sacerdotes servían juntamente durante el período de la Pascua, Pentecostés y la Fiesta de los Tabernáculos. Con estos datos como fundamentos, notemos que curso o división era el que Zacarías servía entonces.
Lucas 1:5-13, dice: «Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías... Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso... Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan».
¿En qué época del año ejercía Zacarías la clase de Abías? De acuerdo con 1 Crónicas 24:10, la clase de Abías era la octava en orden. Es decir, la fecha era entre Iyar 27 y Siván 5 o sea, del 1 al 8 de junio. Después de su servicio semanal en el templo, Zacarías fue obligado a permanecer otra semana porque a la siguiente era Pentecostés.
Pero tan pronto como cumplió su ministerio, regresó a su casa en los montes de Judea, aproximadamente a 50 kilómetros al sur de Jerusalén, y su esposa concibió (Lucas 1:23, 24), esto fue aproximadamente a mediados de junio, al añadir 9 meses a esto, llegamos a una fecha aproximada del nacimiento de Juan.
De acuerdo con esto, Juan nació al principio de la primavera en marzo. Puesto que Jesús era 6 meses menor que Juan (Lucas 1:26-36) simplemente añadimos este tiempo a la fecha en que Juan nació a mediados de septiembre. Como podemos ver, nuestro Señor nació en el otoño y no el 25 de diciembre.
Otra prueba de esta conclusión la tenemos en el hecho de que cuando Jesús nació, José y María habían ido a Belén a empadronarse (Lucas 2:1-50). No hay registros que indiquen que este período fuese en invierno, ni motivo alguno para creer como hemos leído muchas veces en comentarios sobre navidad, que el empadronamiento había causado la aglomeración de extranjeros que no permitió a José y María encontrar lugar en el mesón.
No hay ninguna razón para creer que fuesen tantos los judíos originarios de Belén radicados en estas poblaciones pues todos los judíos se hallaban unidos a las tierras de sus antepasados. José tuvo que hacerlo por causa de la persecución de Herodes contra el niño Jesús.
¿Qué causaría, pues, la aglomeración? Lo más probable es que fuera la fiesta anual de otoño a la que José y María solían concurrir como buenos judíos y aunque esta vez tenían razón para abstenerse, dado el estado de María, no pudieron hacerlo por coincidir con el edicto del empadronamiento.
Jerusalén era normalmente una población de 120.000 habitantes, pero según Josefo, durante las fiestas algunas veces se reunían hasta dos millones de judíos. Con tan grandes multitudes la gente que venía a las fiestas, no solamente se llenaba Jerusalén, sino que también la aldea de Belén, situada a sólo 8 Km. al sur.
Esto era al final de la siembra. Todo esto y la evidencia dada anteriormente, indican que el nacimiento de Cristo fue en el otoño y no el 25 de diciembre. Si Cristo no nació en diciembre. ¿Cómo llegó este día a ser parte del calendario de la iglesia? La historia nos da la respuesta.
En vez de ser este día el nacimiento de nuestro Salvador, éste era el día en que los paganos, durante muchos siglos, celebraron el nacimiento de su dios solar.
Un estudio de esto demostrará cuanto se rebajaron los líderes de la iglesia apóstata en sus esfuerzos por unir el paganismo con el cristianismo hasta el punto de poner el nacimiento de Cristo en una fecha que armonizara con la celebración pagana del nacimiento del dios sol.
Fue en el año 354 d.C. que la Iglesia Católica Romana en su afán de cristianizar el paganismo ordeno que el 25 de diciembre fuera oficialmente reconocido como el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, el día de la antigua fiesta romana del solsticio de invierno. La época invernal era cuando todos los dioses solares, desde Osiris hasta Júpiter y Mitra, celebraban sus cumpleaños.
Las celebraciones consistían en árboles de pino para Adonis, Saturno y otros que representaban el calor del nuevo nacimiento del sol en forma de fuego (La Rama Dorada, página 471). En Babilonia el cumpleaños era de Tammuz, era celebrado en ésta época del año con grandes fiestas, celebraciones y borracheras, igual que se celebra hoy en día.
La vieja celebración se dispersó y llegó a ser una costumbre tan arraigada en la Roma y Grecia paganas en los días de los bárbaros teutónicos, como en las épocas remotas de la civilización egipcia y en todas partes este período era siempre celebrado con fiestas y regocijo (Curiosidades de Costumbres Populares, página 242).
Fue esta misma fiesta la que se tomó para la celebración del nacimiento de Cristo y que ha llegado hasta la presente civilización.
Es algo conocido, que la mayoría de nuestra relación con la temporada de navidad y las fiestas, es el de dar regalos y el sentimiento de amistad, lo cual no es más que una herencia del festival de invierno romano procedente de la saturnalia, que proviene del paganismo (La Herencia de Roma, página 242).
Tertuliano menciona la práctica de intercambiar regalos en esta temporada como parte de la saturnalia romana. Cuando este festival fue adoptado por la iglesia romana, también se adoptó esta costumbre.
No queremos extendernos mucho para tratar sobre todas las costumbres navideñas como santa claus, y el comercio que se opera en esta temporada, pero vemos que todo ello está falto de fundamento bíblico y claramente identifica nuestras costumbres de hoy con las de la saturnalia de la Roma pagana.
Finalmente, para concluir con las costumbres de la temporada navideña mencionaremos el árbol de Navidad. Una fábula babilónica decía que Semiramis, la madre de Tammuz, afirmaba que durante una noche, un árbol verde se desarrolló de un tronco muerto.
El tronco presuntamente representaba a su esposo muerto, Nímrod. Y el árbol de pino llegó a ser el símbolo de que Nímrod había revivido en la persona de Tammuz. La idea se propagó y se desarrolló tanto que muchas naciones tienen sus propias leyendas de árboles sagrados.
Entre los druídas, los egipcios, los romanos, los cuales adornaban sus árboles con cerezas rojas durante la saturnalia, también los escandinavos y muchos más. Y al igual que otros ritos paganos, fueron absorbidos por el cristianismo.
Así mismo lo fue el uso del árbol de navidad, el cual recapitula la idea del culto con sus esferas brillantes en símbolo del sol y todas las festividades del invierno pagano han sido incorporadas al día de la Navidad.
En no menos de diez referencias bíblicas, el árbol verde es asociado con idolatría y culto falso. (Deuteronomio 12:2; 1 Reyes 14:23; 2 Reyes 16:4; 2 Reyes 17:10; Ezequiel 6:13), etc.
Naturalmente la gente de la época de Ezequiel, como lo indica el contenido de este pasaje estaban haciendo realmente un ídolo del leño. No quiere decir que en nuestros tiempos la gente ponga el árbol de navidad en sus hogares o iglesias para adorar a un árbol. Lo que estoy diciendo es que el uso del árbol de navidad es claramente algo traído del paganismo en una forma modificada. Pero cualquiera que sea la diferencia entre el viejo uso del árbol y las costumbres del presente, nadie puede negar que las costumbres son cosas de los hombres y Dios dice.
Finalmente citaremos al profeta Jeremías (10:3), donde dice: «Porque las costumbres de los pueblos son vanidad…». Usted decide si obedece la Biblia o sigue participando de una celebración a todas luces pagana, pero disfrazada de cristianismo...



¿Es real el espíritu de la Navidad?

La Leyenda del espíritu de la Navidad, es eso, una leyenda pagana y nada más. La celebración de la llegada del espíritu de la Navidad es una tradición de origen nórdico, que paulatinamente se introdujo en Venezuela. Esta festividad toma la fecha del 21 de diciembre, día en que la Tierra entra en el Solsticio de Invierno, es decir, cuando el planeta se encuentra en el punto más lejano de su órbita respecto al sol; es la ocasión propicia para que, entre las diez y unos minutos (según el año) el espíritu de la Navidad baje a la tierra y visite a los hombres de buena voluntad.
Cuenta la leyenda que, hace uno ochenta y dos mil años, un ser de una galaxia muy lejana llegó al planeta Tierra, específicamente en la zona que actualmente se conoce como Escandinavia. Este individuo, caracterizado por una contagiosa alegría, era un viajero errante que predicaba sus conocimientos sobre la vida en otras galaxias. De contextura delgada, alto y apariencia juvenil, del cuerpo de aquel ser trascendente se desprendían destellos luminosos de color rojo y dorado. Estas emanaciones se transmutaban en oro y piedras preciosas, las cuales eran recibidas por los pobladores como obsequios de condensación de energía y no por una valía mercantil, inexistente en aquellos tiempos inmemorables. Como todas las leyendas, esta maravillosa historia esconde un trasfondo realista. El ahora conocido como el Maestro de la Natividad fue un hombre muy bondadoso, característica que le mereció la inmortalidad en una figura magnánima que, cada año, está dispuesta a dar millones de regalos.
Según esta historia irreal y mística que cobra incautos cada año, señala que este supuesto espíritu desciende de forma etérea en todos los hogares que le dan la bienvenida, recibimiento que se retribuye con abundancia, paz y amor para los próximos doce meses. Según esta publicitada mentira la manera más sencilla de recibir y celebrar la llegada del espíritu de la Navidad es con sana alegría, acompañando ese sentimiento con la ignición de velas rojas, doradas y violetas, siempre en números impares. La bienvenida se representa simbólicamente con la apertura de todas las puertas y ventanas, además del uso de esencias de mandarina en el hogar. Se hace todo un ritual similar a una sesión de hechicería sazonada con Nueva Era donde se usan fragancias, velas, alimentos, etc.
El único espíritu que llegó con el nacimiento de Cristo fue el Espíritu Santo, quien junto al Hijo de Dios, Jesús y al Padre en su trono forman al Dios trino. El Espíritu Santo fue el que vino sobre María para que concibiera de manera milagrosa y sobrenatural. Es el Espíritu Santo el que viene sobre las vidas que le abren no las ventadas para realizar un ritual pagano, sino al corazón que se abre para que Jesucristo entre a la vida en la persona de ese Espíritu lleno de amor, gracia y misericordia como lo es el Espíritu de Dios.
Debemos prestar atención a lo que dice la Biblia con respecto a los espíritus engañadores que se disfrazan de ángeles de luz para engañar a la humanidad y apartarla de Dios, llevándoles por cualquier viento de doctrina ajena a la Palabra de Dios contenida en la Biblia. Es la Sagrada Escritura que nos ordena probar a los espíritus, pues si éstos no reconocen que Jesucristo vino en carne, murió en la cruz por la humanidad y resucitó al tercer día desechémoslo porque no es de Dios.
¿Acaso glorifica a Cristo este supuesto espíritu de la Navidad?, por supuesto que no, entonces tenga cuidado y no se deje engañar. No abra sus ventanas ni invoque a ningún espíritu engañador disfrasado de la verdad que sólo encarna Jesucristo.



La Arqueología y los Reyes Magos   
                  
En ocasiones algunos escépticos han usado la mención de los Magos de Oriente para mofarse de la Biblia y el recuento bíblico del nacimiento de Jesús alegando que los Magos no existieron y que sólo fueron fruto de la imaginación vívida de los escritores de los libros bíblicos en los que se mencionan. Pero... Los Magos de Oriente no son personajes creados por siglos de tradición cristiana. Su existencia, además de quedar bien testificada en el Evangelio, ahora es documentada por los descubrimientos arqueológicos.
Esta curiosa y extraordinaria revelación se encuentra contenida en una tablilla, en la que se han acuñado caracteres cuneiformes. Se trata de un auténtico documento astronómico y astrológico (entonces las dos disciplinas eran hermanas gemelas) que revela la existencia de una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis en el año 7 antes de Cristo.
Los Evangelios enmarcan el nacimiento de Jesús en tiempos del censo del imperio ordenado por César Augusto, cuando Quirino era gobernador de Siria, y en los últimos años del rey Herodes, quien falleció el mes de marzo del año 4 a.C. Para los historiadores, Jesús nació unos siete años antes del año «0». El evangelista Mateo (2:2) pone en relación el evento de Belén con la aparición de una estrella particularmente luminosa en el cielo de Palestina. Y es precisamente en este momento en el que la tablilla de arcilla ofrece un testimonio particular.
Existen muchas hipótesis sobre la estrella que vieron los magos («magoi» en griego era la palabra con que se denominaba a la casta de sacerdotes persas y babilonios que se dedicaban al estudio de la astronomía y de la astrología) y que les llevó a afrontar un viaje de unos mil kilómetros con el objetivo de rendir homenaje a un recién nacido.
El 17 de diciembre de 1603, Johannes Kepler, astrónomo y matemático de la corte del emperador Rodolfo II de Habsburgo, al observar con un modesto telescopio desde el castillo de Praga el acercamiento de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis, se preguntó por primera vez si el Evangelio no se refería precisamente a ese mismo fenómeno. Hizo concienzudos cálculos hasta descubrir que una conjunción de este tipo tuvo lugar en el año 7 a.C.
Recordó también que el famoso rabino y escritor Isaac Abravanel (1437-1508) había hablado de un influjo extraordinario atribuido por los astrólogos hebreos a aquel fenómeno: el Mesías tenía que aparecer durante una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Kepler habló en sus libros de su descubrimiento, pero la hipótesis cayó en el olvido perdida entre su inmenso legado astronómico. Faltaba una demostración científica clara.
Llegó en 1925, cuando el erudito alemán P. Schnabel descifró anotaciones neobabilonias de escritura cuneiforme acuñadas en una tabla encontrada entre las ruinas de un antiguo templo del sol, en la escuela de astrología de Sippar, antigua ciudad que se encontraba en la confluencia del Tigris y el Eufrates, a unos cien kilómetros al norte de Babilonia. La tablilla se encuentra ahora en el Museo estatal de Berlín.
Entre los numerosos datos de observación astronómica sobre los dos planetas, Schnabel encuentra en la tabla un dato sorprendente: la conjunción entre Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis tiene lugar en el año 7 a.C., en tres ocasiones, durante pocos meses: del 29 de mayo al 8 de junio; del 26 de septiembre al 6 de octubre; del 5 al 15 de diciembre. Además, según los cálculos matemáticos, esta triple conjunción se vio con gran claridad en la región del Mediterráneo.
Si este descubrimiento se identifica con la estrella de la Natividad de la que habla el Evangelio de Mateo, el significado astrológico de las tres conjunciones hace sumamente verosímil la decisión de los Magos de emprender un largo viaje hasta Jerusalén para buscar al Mesías recién nacido.
Según explica el prestigioso catedrático de fenomenología de la religión de la Pontificia Universidad Gregoriana, Giovanni Magnani, autor del libro «Jesús, constructor y maestro» («Gesú costruttore e maestro, Cittadella, Asís, 1997), «en la antigua astrología, Júpiter era considerado como la estrella del Príncipe del mundo y la constelación de Piscis como el signo del final de los tiempos.
El planea Saturno era considerado en Oriente como la estrella de Palestina. Cuando Júpiter se encuentra con Saturno en la constelación de Piscis, significa que el Señor del final de los tiempos se aparecerá este año en Palestina. Con esta expectativa llegan los Magos a Jerusalén, según el Evangelio de Mateo 2:2». «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle», preguntan los magos a los habitantes de Jerusalén y después a Herodes. La triple conjunción de los dos planetas en la constelación de Piscis explica también la aparición y la desaparición de la estrella, dato confirmado por el Evangelio.
La tercera conjunción de Júpiter y Saturno, unidos como si se tratara de un gran astro, tuvo lugar del 5 al 15 de diciembre. En el crepúsculo, la intensa luz podía verse al mirar hacia el Sur, de modo que los Magos de Oriente, al caminar de Jerusalén a Belén, la tenían en frente. La estrella parecía moverse, como explica el Evangelio según Mateo (2:9): «delante de ellos».
En estos momentos, donde el descubrimiento de otro importantísimo dato arqueológico que prueba la existencia de personajes como José, el esposo de María, la madre de Jesús, además de uno de los hermanos carnales de Jesús - sí, nacido del vientre de María - esta reciente revelación sobre la realidad histórica de estos sucesos, nos deben hacer sentir a los creyentes muy complacidos de que por fe hemos creído por tanto tiempo, pero ahora nuestra fe ha sido confirmada. ¡Gloria a Dios en lo alto!
De ese modo quienes tratan de hallar alguna similitud entre el paganismo y la religión cristiana, han querido dar una explicación bíblica al decir que esta tradición de dar e intercambiar regalos tuvo su origen como un recuerdo cuando los reyes magos llevaron regalos al niño nacido en Belén.
Hermanos, amigos, no eran ni santos, ni reyes, la Biblia los llama magos, pero con una connotación no hacia el ocultismo, sino hacia la sabiduría, pues eran los sabios. Los sabios no intercambiaron regalos entre ellos, sino que dieron sus regalos a Jesús, el nacido Rey de los Judíos.
Era una costumbre oriental el presentar regalos al estar ante un Rey. Pero estos no eran regalos de nacimiento. Cuando los sabios llegaron, fue mucho después del nacimiento de Jesús, se calcula por datos bíblicos e históricos que debió haber sido 2 años después de nacido nuestro Señor y no a unos días como se celebra hoy en día cada 6 de enero.
Para ésta fecha Jesús ya vivía en su casa (Mateo 2:9-11). Y no en el establo. Obviamente, los regalos de los sabios no eran regalos navideños.
He aquí otra celebración no bíblica y errada que se ha querido cristianizar. Sepa usted la verdad y no participe de lo que al Señor no le agrada.





miércoles, 18 de noviembre de 2015

Quien vale más?

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Romanos 8.8
Santa Biblia.

Edinson nk

martes, 17 de noviembre de 2015

Palabra para hoy

Porque grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; temible sobre todos los dioses.

Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; pero Jehová hizo los cielos.
Salmos 96:4-5
Santa Biblia.

Edinson nk

lunes, 16 de noviembre de 2015

Palabra para hoy

Mas tú, cuando ores, entra en tu alcoba, y cerrada tu puerta ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará en público.
San Mateo 6:6
Santa Biblia.

Edinson nk